Qué es la madurez.
Tal vez la madurez en estos tiempos tiene un significado confuso para algunas personas, sobre todo jóvenes. Se percibe como si fuera una limitación, no poder ser uno mismo, y muchos suponen también que se trata solamente de trabajo sin diversión; olvidarse de reir, renunciar a los sueños, ser infeliz o mantener siempre un semblante serio.
«Después de la madurez viene la pudrición». Así como una fruta después de madura se pudre, un ser humano o animal después de la madurez física envejece y muere también físicamente, pero la madurez mental es una actitud de por vida que siempre se mantiene en lozanía. Y no solo no lleva a ninguna pudrición, sino que es contraria y antónimo de ella.
«La madurez se la dejo a las frutas, yo prefiero crecer». Como si crecer y madurar no fuera lo mismo. De hecho son sinónimos, son como rojo y colorado.
«En vez de madurar prefiero aprender de mis errores». Pues eso también forma parte del proceso de madurar: entre otras cosas, aprender de los errores (pero no cometerlos a propósito). De nuevo ponen como contrario lo que viene siendo lo mismo. No somos perfectos y por lo general se madura con el tiempo.
«Tu grado de madurez es inversamente proporcional a tu grado de aburrimiento». Depende a que cosas exclusivas le llamen entretenimiento, pero la verdad es que solo pueden aburrirse las personas aburridas; independientemente de que tan maduros o inmaduros sean, en que circunstancias se encuentren o de lo que hagan en cada momento. Una persona que no es aburrida jamás se aburre, porque no depende de lo externo para estar bien. Pero hay que señalar que la diversión y entretenimiento de las personas maduras siempre son sanos, en todos los sentidos.
También se cree que es solamente pensamiento moralista que no tiene más sentido que obedecer dogmas antiguos, o que solo significa ser práctico, materialista y «realista», lo cual también se interpreta a veces como si fuera madurez. Hay una frase que dice «Sabes que haz madurado cuando dejas de sufrir por amor y empiezas a sufrir por dinero», pero la madurez tampoco es esto exactamente. La madurez no es materialismo.
Madurez tampoco significa renunciar a mantener un corazón o alma de niño, conservar siempre parte de su inocencia, o un espíritu joven durante toda la vida.
Tampoco se trata de renunciar a la alegría o la diversión (sanas).
Lo mínimo que pide la madurez es un poco de sentido de responsabilidad, asumir las consecuencias de los propios actos y ser capaz de comprender y ponerse en el lugar de otros.
¿Qué es entonces la Madurez?:
Básicamente se refiere a no comportarse como alguien de menor edad a la que se tiene. Los niños pueden tener aspectos muy valiosos y dignos de imitarse, bastante podemos aprender de ellos, pero no todas sus características son recomendables para ser imitadas por los adultos.
También la adolescencia tiene su encanto, pero no para permanecer en ella toda la vida. Y sin embargo, hay adolescentes y hasta niños que son bastante maduros para la edad que tienen y ancianos que nunca maduraron.
Ahora bien, no hay que confundir no comportarse como un niño con considerar cosas «muy adultas» como si fueran madurez, como por ejemplo decir malas palabras, adoptar vicios o ver ciertos programas:
Como es una persona madura:
- Entiende sus propias emociones, se analiza a si mismo.
- En la vida hay trabajo y diversión. Un inmaduro querría solo diversión.
- Cumple con sus deberes (trabajo, escuela) y entiende el sentido que éstos tienen y para qué. Puede tener un plan con ellos o considerarlos un espacio temporal en su vida.
- Una persona madura no tiene miedo de ser adulta. No teme a las responsabilidades. No teme a los compromisos ni los ve como carga.
- Tiene respeto hacia los demás y a si mismo también se respeta. Nunca hace daño a otros ni se dañaría a si mismo en ninguna forma.
- Es imparcial. No toma partido por alguien solo porque lo ama o se manifiesta en contra solo porque no le simpatiza. Se pone del lado de lo justo y toma en cuenta la verdad y derechos de todos.
- Una persona madura se enfrenta a las desgracias, frustraciones, molestias y derrotas sin quedarse lamentando. Sigue adelante.
- No culpa a otros de su infelicidad. Evita lo más posible ser víctima o sentirse así.
- No se rebela ante la autoridad solo por el gusto de hacerlo, pero si podría oponerse a ella por defender lo que es justo, nada más. Los inmaduros pueden llevar la contraria solo por gusto.
- Es una persona en todo equilibrada.
- No se exalta con facilidad.
- Da a las cosas su justo valor. No se altera por nimiedades.
- Sabe tanto dar como recibir: los inmaduros generalmente solo esperan recibir y sienten que solo merecen recibir.
- Valora más el ser que el tener y valora a los demás de la misma manera.
- Es sensible a los sentimientos de los demás. Sabe ponerse en el lugar de otros y es considerado.
- Para una persona madura los derechos van acompañados de responsabilidades (según la edad). Los inmaduros solo buscan sus derechos -o los inventan- y quieren huir de las responsabilidades.
- Sabe que los derechos, necesidades y deseos de los demás son tan importantes como lo son los suyos.
- No necesita aplastar o minimizar a otros para reafirmarse. No necesita estar demostrando siempre que tiene razón o sentirse superior en algo.
- Igual, una persona madura nunca se burla de nadie por ningún motivo; lo que para un inmaduro es una manera de reafirmarse a si mismo, sin darse cuenta que en verdad se degrada. Es un comportamiento muy infantil.
- Critica solo si lo considera necesario, pero no lo busca ni lo desea ni lo disfruta. El inmaduro encuentra un gran placer en hacerlo, incluso lo que tiene poca importancia Sin embargo, alguien que nunca critica nada: o todo le parece bien o todo le da igual. La crítica a veces podría ayudar a mejorar, o solo externar una inconformidad que atañe a mucha gente, o señarlar un tipo de abuso. Actualmente hay una campaña empeñada en rechazar todo tipo de críticas, señalando que las constructivas no existen. La incitación a nunca criticar nada es una invitación a aceptar todo, hasta cuando es inaceptable, o ser indiferente, todo en aras de un supuesto respeto. De todas maneras la crítica por si sola no basta para resolver un problema, pero no siempre es cierta la afirmación de «solo criticas lo que te molesta de ti mismo«, aunque a veces sea verdad. De igual manera las críticas pueden deberse a la envidia, pero no siempre. Una persona madura es centrada en este asunto y reconoce o trata de reconocer sus emociones y por qué actúa en cierta forma. Todos somos criticables de alguna manera, pues no somos perfectos, pero es una meta el tratar de ser mejores (y es bueno ser un poco autocrítico también… sin exagerar). Es necesario tomar en cuenta que hay asuntos de mayor a menor importancia, defectos más graves o menos graves, que pueden afectar en cierta medida a los demás (o a uno mismo) o no afectar a nadie. En este último caso no hay por qué criticar.
- Una persona madura sabe que tampoco es perfecta y puiede tolerar la crítica. Si en esta crítica tienen razón o es constructiva y le sirve para mejorar la toma en cuenta; si no, la ignora.
- Está abierto a escuchar consejos y opiniones, aunque al final también decide si los toma.
- Trata de comprender los otros puntos de vista y opiniones, aunque no los comparta.
- Nunca ataca a quien expresa algo contrario a lo que piensa ni mucho menos recurre a los insultos, descalificaciones o burlas. Trata de debatir con respeto. (Recurrir a las agresiones en el fondo es inseguridad).
- No depende tanto de la opinión ajena ni le preocupa tanto la aceptación. Y sin embargo, generalmente suele conseguir aceptación sin buscarla.
- Cuando se da cuenta que estaba equivocado sabe admitirlo.
- Sabe reconocer y aceptar sus propios errores.
- Aprende de esos errores. Los inmaduros solo dan excusas.
- Suele ser una persona honesta y cabal.
- Es paciente, sobre todo cuando la paciencia es necesaria para conseguir algo. Los inmaduros por lo general quieren todo rápido y fácil.
- Sabe manejar el estrés sin desquitarse con otros.
- Asume las consecuencias de sus actos en lugar de negarlas, huir de ellas o buscar salidas fáciles. Es verdadera hombría o es en todo caso toda una mujer.
- No actúa por capricho, tiene siempre una razón válida.
- Por lo general antes de actuar piensa siempre en las posibles consecuencias, lo cual no significa que sea incapaz de ser espontáneo.
- Cumple con su palabra.
- Tiene metas y sabe lo que hará para conseguirlas. Sabe lo que quiere hacer en la vida y hacia donde se dirige así. Si es necesario posponer un poco sus planes lo hace, pero no renuncia.
- Toma una decisión y la sostiene, o elige un camino y no va como mariposa de flor en flor. ( Lo cual no significa que sea inflexible y que no rectifique el camino si se da cuenta que va por el sendero equivocado, pero no cambia tantas veces).
- También sabe adaptarse a las circunstancias y cambios inesperados cuando no todo sale según lo planeado. Tolera la frustración y busca alternativas.
Para ser honestos no presumo de haber sido o ser siempre muy madura, o no en todos los puntos anteriores. Unos sí desde siempre, otros todavía no, y otros los aprendí con el tiempo.
La generación del «Todo fácil», «Todo merzco»
Sin afán de generalizar, pero suele ser un problema común en la actualidad.
Lo que piensan varios hijos ahora.
«Cuando tenga hijos jamás voy a tratarlos como me trataban mis papás».
«Cuando tenga hijos, tendrán todo lo que yo no tuve y no pasarán por todo lo que yo pasé».
«Cuando tenga hijos yo sí seré un excelente padre. Los dejaré hacer cuanto se les ocurra».
«Cuando tenga hijos seré su amigo (aunque se me olvide ser su padre o su madre también y no solo su amigo)».
O bien:
«Yo nunca tendré hijos para ser yo mismo». Los hijos conllevan responsabilidad y trabajo, pero no saben la alegría y el amor mutuo que también pueden traer… cuando se les educa.
Lo que piensan varios padres ahora:
«Somos la última generación de hijos regañados por sus padres y la primera generación de padres regañados por sus hijos».
«Tanto intentamos darles a nuestros hijos el lugar que no sentimos haber recibido en casa que los convertimos en auténticos tiranos, les colgamos la responsabilidad de decidir sobre sus vidas desde muy pequeños y les mostramos una imagen débil de autoridad y guía frente a la vida» (Mercedes del Valle, en la revista BBMundo edición diciembre 2008).
15 frases inolvidables y educativas del juez Calatayud:
1. «Nos hemos convertido en colegas de nuestros hijos, pero yo no soy colega, soy padre. Si yo fuera colega de mis hijos estaría convirtiéndolos en huérfanos».
2. «Dadle a un todo cuanto desee, así crecerá convencido de que el mundo entero le debe todo».
El origen
Quienes sean excesivamente consentidos de niños es muy posible que se conviertan en adultos que no sepan manejar la frustración. Además adquieren el sentido de que todo lo merecen, que en esta vida no hay que luchar, que hay que eliminar cualquier cosa que represente un obstáculo, incomodidad o problema a solucionar; cualquier cosa contraria a la comodidad y la facilidad… y si todo es regalado y rápido mejor. Se dice que esta es una generación muy perezosa, y no solo pereza física.
En la actualidad es muy común la inmadurez, incluso con personas que sobrepasan los 40 años o hasta mucho más, y aún se comportan, piensan y sienten como adolescentes.
El problema inició, según analistas, por los años 60as y 70as, de hecho desde mediados de los 50as. La juventud, incitada tal vez por mensajes en cierta música, revistas, libros, películas, etc. empezó a rebelarse contra la autoridad y confundir libertad con libertinaje (la libertad sabe a donde va; el libertinaje va a ciegas y sin rumbo). El mundo, que siempre estuvo centrado en los adultos, empezó ahora a centrarse en los jóvenes como principales protagonistas.
David Bowie dijo esto en cierto momento, hace varios años.
Hubo un tiempo en que los cantantes de rock nos creímos dioses y pensábamos que íbamos a poder cambiar el mundo. Han pasado veinte años de todo aquello y ya vemos cómo estamos. A veces me siento responsable del embrollo en que hemos metido a nuestros hijos.
Pero esta rebeldía era una sin propósito, sin saber exactamente a donde se dirigía. Se pensaba que esto era cambiar el mundo para bien.
Y permanecieron con ese comportamiento por siempre, incluso llegando a la edad adulta, y los de esa generación y subsiguientes se convirtieron entonces (con excepciones, claro) en seres incapaces de guiar y educar a sus propios hijos.
Por esa ápoca empezaron a cambiar y revertirse los valores. Pensando que se trataba de libertad, progreso y liberarse de viejos «tabúes» se comenzaron a aplaudir actitudes mas bien irresponsables llamándolas derechos.
También varios jóvenes, al darse cuenta de lo mal que estaba el mundo quisieron protestar… metiéndose en los vicios o recurriendo a la violencia, volviéndolo peor aún.
Comenzó además por entonces la revolución sexual, o sexo libre, donde estuvo muy bien que se dejara de ver el sexo como un tabú, solo que para muchos pasó de tabú a juguete o algo banal. Se fue al otro extremo.
Se esperó de la vida que fuera fácil y sencilla y las relaciones perfectas, y al no ser así los divorcios por «incompatibilidad de caracteres» comenzaron a proliferarar en mayor cantidad.
También desde mediados del siglo pasado hubo un aumento considerable en la delincuencia juvenil e infantil y consumo de drogas.
La verdadera madurez no va desprovista de diversión y alegría, pero la diversión nunca resulta dañina en ninguna forma. Además cambia el «yo merezco» por «yo me lo gano». Entiende que los derechos y la libertad van acompañados de responsabilidad, la cual no los mengua sino que los lleva por mejor y más feliz camino.
«Demasiado libertinaje en la juventud seca el corazón, y demasiada continencia atasca el espíritu.» (Charles Augustin Sainte-Beuve).
«La madurez del hombre es haberse reencontrado, de grande, con la seriedad que de niño tenía al jugar.» (Nietzche).
La propensión a los excesos se estimula en la infancia, se desarrolla en la adolescencia y se regula en la madurez. Si la última etapa no cumple su función, se produce un desorden psíquico que puede transformarse en una patología conductiva. (Jose Luis Rodríguez Jiménez).
Cuando en la adolescencia se vence el impulso que empuja a negarse a realizar lo que aporta placer inmediato e implica esfuerzo y renuncia, en la madurez se crean más probabilidades de lograr felicidad, fortuna y placer pleno. (Jose Luis Rodríguez Jiménez).
Qué fácil e injusto es juzgar a los adolescentes desde la madurez. (Jose Luis Rodríguez Jiménez).
El hombre que ve el mundo a los 50 de la misma manera que lo hizo a los 20, a desperdiciado 30 años de su vida. (Muhammad Ali Clay).
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